
- Hasta una pequeña raspita tiene la virtud suprema de tener alas, no? A volar con ellas si se le antoja así y ese es su puñetero sueño, aunque ese sueño esté en el espacio o aunque ese sueño solo sea seguir nadando en mares color naranja. O usarlas para viajar en el tiempo y mirar a los ojos de sus ruinas de igual a igual, no crees?
- Como no ha de tener derecho, cuando hasta la piraña que se la comió posee esa elección infinita y navega con las suyas.
- Lo piensas de verdad?
- Por supuesto.
- Pues entonces hay algo que no entiendo.
- Pregunta…
- Si así lo crees, cuéntame… porque o bien estás mintiendo o a parte de piraña has de ser también besugo. Quizá mis ojos me engañan, pero eso que tienes en la boca no es una de mis alas?
- No seas así, no entiendo porque te ofendes. La necesito, o acaso no ves que tengo trozos de tu carne entre mis dientes!!!
- Antropófaga, entonces?
- No, solo somos peces… solo buscamos un sitio entre la humedad donde se oiga el latido de la compañía, lo buscamos, de cualquier manera, cueste lo que cueste. Miramos por nosotros... pese a quien pese.
- Comiéndonos?
- No, simplemente…sobreviendo. El derecho a volar te lo quitas tú culpando a la naturaleza del caníbal. Solo tenías que haber sido más lista o más rápida, raspita… Aprende, o la próxima vez no quedará de tí ni la sombra de tus restos.